Banfield se quedó sin nada en el clásico y de esta manera sumó su 10° derrota en 14 partidos del Apertura, sigue último en el torneo y crece la preocupación entre los hinchas de cara a la próxima temporada. No es para menos, al término del Clausura 2012 se irán los 73 puntos de la histórica temporada 2009/2010, y solo quedarán los pobres 47 puntos de la 2010/2011, más los que se sumen en la actual: los magros 10 puntos conseguidos hasta el momento lo obligan a sumar muchas unidades en lo que resta del Apertura y realizar una gran campaña en el próximo semestre, de lo contrario cuando comience la 2012-2013 arrancaría el certamen en una situación altamente preocupante con el promedio del descenso.
El ciclo de Ricardo La Volpe al frente del Taladro también arroja números negativos: acumula ya 5 derrotas (Arsenal, Unión, San Lorenzo, San Martín de San Juan y Lanús), un empate (Olimpo) y tres victorias (All Boys, Newell´s e Independiente), pero sin dudas lo preocupante es que las últimas dos actuaciones fueron las más flojas desde la asunción del DT.
Transcurrido un tiempo prudencial desde su arribo, vale la pena analizar qué cambió desde su llegada y qué falta para lograr salir de una crisis que se agudiza y para la que no se avizora una pronta salida. También para reflexionar sobre los distintos grados de responsabilidad de las partes involucradas (dirigentes, cuerpo técnico y jugadores) para haber llegado a esta situación límite, cuando hace poco menos de dos años Banfield disfrutaba de su primera e inolvidable estrella. Lamentablemente, no se aprovechó el éxito deportivo para generar un mayor crecimiento y se desaprovechó una oportunidad histórica.
La asunción de La Volpe generó una importante mejoría en un equipo que en todo el ciclo Méndez careció de identidad, que nunca supo a que jugaba, que tácticamente tenía grandes limitaciones y que anímicamente venía destruído después de cuatro derrotas consecutivas. Rápidamente se advirtió el cambio de mando: primero manteniendo el esquema táctico de la etapa anterior (4-4-2) e introduciendo cambios graduales, y con las semanas de trabajo, modificando el sistema y apostando al esquema predilecto por el entrenador (5-3-2 o 5-3-1-1).
Algunas señales positivas del cambio son, por ejemplo, la búsqueda de una identidad que pregona el entrenador, tener un estilo, una idea de juego definida, el intentar salir jugando, el abrir la cancha utilizando todo el ancho del terreno con la subida permanente de los laterales, el traslado prolijo del balón, algunas variantes tácticas y un mayor trabajo en las pelotas paradas.
Sin embargo, transcurridas 14 fechas del torneo y 9 desde la asunción de La Volpe, está a la vista que hay limitaciones en el armado del plantel y fallas en su conformación que repercuten directamente en la falta de resultados del equipo. Las carencias están a la vista: Banfield es un equipo sin gol, con una fragilidad defensiva alarmante.
El plantel es corto, sin jerarquía ni jugadores distintos, desequilibrantes, de esos que marcan diferencias. Y la propuesta ofensiva de La Volpe requiere de intérpretes de otra calidad para que rinda sus frutos. Valoro y comparto que el camino para llegar al resultado sea éste, pero la evolución futbolística que se ha dado desde la llegada del técnico choca con las limitaciones del plantel armado por Carlos Portell y Héctor Clide Díaz.
Y en lo que atañe a la función propia del entrenador, considero que el sistema táctico elegido ofrece grietas que aún no logran corregirse y, en determinados casos, los intérpretes que lo llevan a cabo no colaboran para que la idea del DT pueda llevarse a la práctica de manera eficaz. Sucede que tampoco el técnico tiene muchas variantes como para elegir y esto le juega a su favor a la hora del análisis.
El primer tanto de Lanús puede analizarse para profundizar el argumento de ese sistema táctico que no termina de ajustarse en su funcionamiento. Un pelotazo largo desde el mediocampo de Valeri buscando a Regueiro generó un “horror” defensivo de Víctor López (el líbero) y Alejandro Delfino (el stopper): ambos fueron en búsqueda del uruguayo, dejando solo a Pavone (¿dónde estaba Bustamante, el stopper izquierdo?). Regueiro cabeceó, habilitó a Pavone y éste definió cruzado. Un error conceptual como el de esta jugada, ya repetido en anteriores compromisos, habla de un equipo aún muy endeble en su zona defensiva, donde el líbero y los stopper no terminan de cumplir su rol.
Si a esto le sumamos un arquero como Cristian Luchetti, que venía de una pésima temporada en Boca, que no transmite seguridad y que tiene enormes limitaciones en los envíos aéreos, la inseguridad en la última línea está a la vista.
Por otra parte, al traslado prolijo y criterioso del mediocampo le falta una parte esencial en el fútbol: la aceleración, el cambio de ritmo, la profundidad. Y en consecuencia de ello, la ausencia de gol.
En la conformación del mediocampo llama la atención la ausencia de Walter Acevedo, que aún no rindió de gran manera, pero cuando su rendimiento venía evolucionando fue a parar al banco de suplentes. Y en el círculo central, el Taladro sigue padeciendo la lentitud del Keli Carboni y la falta de conocimiento del puesto de Marcelo Quinteros (al jugar con laterales que suben constantemente, Quinteros se cierra y ahí no influye en el juego).
Las falencias que se evidencian en el campo de juego tienen directa relación con las decisiones que los dirigentes de Banfield vienen tomando equivocadamente desde la obtención del título. Esto lo advertimos oportunamente, y lo sufren los hinchas ahora, con los resultados consumados.
Desde el innecesario desmantelamiento del equipo campeón, con la salida de sus principales protagonistas, hasta la mala utilización de los recursos para la conformación del plantel actual, pasando por la incorrecta decisión de apostar a un técnico sin experiencia como Méndez para reemplazar al técnico más ganador en la historia del club, una a una esas determinaciones desembocaron en la crisis actual.
Puntualmente para este torneo, después de una floja temporada de 47 puntos, se contrataron tres volantes centrales (Carboni, Acevedo, más Rodrigo Pepe, que nunca jugó en la Primera), un volante externo como Eluchans y tan solo un delantero, que en los últimos tiempos por sus problemas físicos poco había jugado: Rodrigo López. Con un elevado contrato, el goleador aún no convirtió ni siquiera un tanto, y prácticamente no jugó; sin embargo cobra un elevado sueldo y los dirigentes no incluyeron en su contrato cláusula alguna que indique que se le pagaría por partido jugado.
Suponer que un juvenil con enorme proyección como Chuky Ferreyra sea la exclusiva referencia de área evidentemente no fue acertado y que el único delantero que se sumó haya sido Rodrigo López, fue otro enorme desacierto.
Banfield dejó ir de una temporada a la otra al Cachi Zelaya, Cristian García (libre) y a Gabriel Méndez. Y tiempo atrás primero dejó ir a Silva (artífice principal en la conquista del título) y luego a Tito Ramírez (salvando las distancias con el Tanque, convirtió una buena cantidad de goles). Las razones de ambos alejamientos, según Portell, fueron económicas. ¿Podrá explicar Portell que se hizo con el dinero que ingresó al club por las ventas realizadas en los últimos años como para no poder retener a ninguno de los dos goleadores? ¿Cómo reemplazo el club la cantidad de goles que dejó ir?, con un delantero que está más tiempo afuera de las canchas que adentro…
Además, un realista análisis de la temporada pasada obligaba a la búsqueda de un volante con gol, porque ni De Souza (por quien se pagó U$D 1.500.000 por el 50% del pase y no ha justificado para nada semejante gasto) ni Jonhatan Gómez (siempre más preocupado por la acción individual que en lo colectivo) ni el resto lo aportaban. Tampoco llegó.
Ahí hay una responsabilidad directa e ineludible de Carlos Portell y Héctor Clide Díaz (y de los dirigentes del oficialismo en general, por acción u omisión). También de Méndez, el técnico que armó con los dirigentes el plantel, aunque es conocida su poco influencia a la hora de las incorporaciones. Haber dejado ir a grandes jugadores y no haberlos reemplazado convenientemente, repercute directamente en la calidad del plantel con el que cuenta el cuerpo técnico. Lo mismo ocurrió con Walter Ervitti y con James Rodríguez, se los vendieron por millones de dólares, pero jamás se invirtió con parte del dinero ingresado para que quienes los reemplacen tengan suficiente jerarquía.
Sin ir más allá en el tiempo, hace pocos meses Luchetti regresaba al club, y los dirigentes dejaron ir al Beto Bologna, con mucho mejor presente que el Laucha. La realidad es que aún respetando la trayectoria del actual arquero del Taladro, por rendimiento y fututo, sostener a Bologna y negociar a Luchetti hubiera sido más acertado. El presente de ambos lo demuestra.
La Volpe en este tiempo se quejó abiertamente y con razón del plantel que heredó. “El plantel tiene escasas variantes, los cambios en general son por jóvenes que tienen que entender que es jugar en Tercera y qué es jugar en Primera”, señaló tiempo atrás. “Esto se soluciona corrigiendo las fallas en la semana. Pero también hay que pensar en diciembre, ya que tenemos muchos jugadores jóvenes y hay cuatro o cinco que miden 1,20 metros y así es difícil”, dijo preocupado después de perder el clásico. Y en el receso, solo dos pueder ser las incorporaciones. Estas sentencias son durísimas, pero infinitamente reales. Y quienes conducen al club deberán hacerse responsables de este duro momento. ¿Tendrán algún grado de autocrítica?. Hasta el momento, si la tienen, no la han hecho pública. Prometieron que “lo mejor está por venir”, lo que vemos no tiene nada de bueno.
Claro que también para este oscuro presente hay responsabilidades de los entrenadores que dirigieron al equipo en este tiempo y de jugadores que en muchos casos demostraron que no están a la altura de jugar en la Primera de Banfield. Pero hay diferentes grados de responsabilidad, y ahí los dirigentes, pican en punta y por mucho encabezando la tabla de desaciertos.
Simultáneamente, a la crisis deportiva la acompaña la institucional. Con “elecciones” en las que solo pudieron “elegir” quienes adhieren al oficialismo y con la Justicia –sí, la JUSTICIA en primera instancia- que las anuló, con una Asamblea también suspendida por orden judicial que impidió analizar en profundidad los números del club, que siguen teniendo un enorme déficit mensual.
Los tiempos se acortan. El margen de error se achica. Los números son crudos, fuertes e incuestionables. La necesidad de sumar una gran cantidad de puntos hasta finalizar el torneo es indispensable, al igual que realizar una excelente campaña en el Clausura. Si no es así, la temporada 2012-2013 lo tendrá a Banfield luchando por no descender. Aunque nos duela afirmarlo, pero negarlo sería no ver ni analizar la realidad.
Por Julio Jardel
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